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martes, 6 de noviembre de 2007

"No queremos más papeles ni informes, sino más acciones"

RECLAMAN ANTE CORTE SUPREMA MAS ACCIONES DE PROTECCION PARA INDIGENAS DE CHACO


Representantes del Instituto del Aborigen Chaqueño reclamaron hoy "más acciones" del gobierno nacional y de esa provincia para atender la condiciones de vida de comunidades tobas que enfrentan problemas de nutrición y sanitarios.

En la audiencia celebrada por la Corte Suprema de la Nación para recibir informes sobre medidas implementadas para protección a las comunidades indígenas del Chaco, autoridades de esa provincia dijeron que el gobierno local está "muy afectado" por la situación de los aborígenes, pero negaron haberlos abandonado.

En la audiencia, realizada esta mañana en el cuarto piso del Palacio de Tribunales, el primero que hizo uso de la palabra fue Higidio García, quien intentó hablar en lengua toba -"mi idioma materno, justificó- lo que, por falta de traductor oficial, le fue impedido por el tribunal.

Orlando Charole, presidente del Instituto del Aborigen Chaqueño -ente creado por ley provincial- detalló que su pueblo "se sigue muriendo de hambre" y agregó que "ya hubo 19 casos" por falta de atención.

"No queremos más papeles ni informes, sino más acciones", enfatizó el titular del Instituto ante el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti y los ministros Carlos Fayt, Elena Highton, Enrique Petracchi, Juan Carlos Maqueda y Raúl Zaffaroni.

Lorenzetti quiso saber cuál es el presupuesto del Instituto, a lo que Charole contestó que asciende a unos 4.000.000 de pesos, "de los cuales -precisó- alrededor del 80% está destinado para el personal de planta y de un 10 a un 15 por ciento a asistencia".

Semanas atrás, ante la demanda promovida por el Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, la Corte ordenó una medida cautelar para asegurar la provisión de alimentos, agua potable y medios de transporte a las comunidades afectadas.

La medida "no se implementó" y "estamos esperando una acción concreta", dijo el presidente del Instituto, quien cerró su informe dando las gracias en toba.

Los representantes del gobierno chaqueño hablaron de la existencia de una "red de comunicaciones" para dar aviso a situaciones de gravedad con el emplazamiento de 36 ambulancias "comunicadas entre sí" y con puestos sanitarios.

En sus preguntas los ministros de la Corte evidenciaron preocupación por las dificultades en el acceso a determinadas zonas como El Impenetrable, ya que en algunos pueblos "ni siquiera -acotó Fayt- hay bicicletas", pero Charole afirmó que "se puede llegar".

El gobierno provincial lamentó que el Instituto criticara a la autoridades local porque "tendríamos que estar trabajando aunadamente".

Los representantes del Instituto y del estado chaqueño precedieron en la palabra a los delegados del gobierno nacional.

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lunes, 5 de noviembre de 2007

Nunca antes el Chaco ni este país me habían dolido tanto

El Impenetrable o la agonía Qom

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Por Mempo Giardinelli

En estos tiempos el Chaco concita la atención de todo el mundo. Prensa y televisión global vienen a mirar los estragos de la desnutrición que afecta a miles de aborígenes en los bosques que se conocen –ya impropiamente– como El Impenetrable.

Mi colega y amiga Cristina Civale, autora del blog Civilización y Barbarie, del diario Clarín, me invita a acompañarla. No es la primera invitación que recibo, pero sí la primera que acepto.

Rehusé viajar antes de las recientes elecciones, porque, obviamente, cualquier impresión escrita se habría interpretado como denuncia electoral. Y yo estoy convencido, desde hace mucho, de que la espantosa situación socioeconómica en que se encuentran los pueblos originarios del Chaco, y su vaciamiento sociocultural, no son mérito de un gobierno en particular de los últimos 30 o 40 años (los hubo civiles y militares; peronistas, procesistas y radicales) sino de todos ellos.


Primero nos detenemos en Sáenz Peña, la segunda ciudad del Chaco (90 mil habitantes), para una visita clandestina –no pedida ni autorizada– al Hospital Ramón Carrillo, el segundo más importante de esta provincia. Civale toma notas y entrevista a pacientes indígenas en las salas de Tisiología, mientras yo recorro los pasillos mojados bajo las infinitas goteras de los techos, y miro las paredes rotas, despintadas y sucias, los patios roñosos y un pozo negro abierto y rebalsando junto a la cocina.


Aunque el frente del hospital está recién pintado, detrás hay un basural a cielo abierto en medio de dos pabellones. Vidrios y muebles rotos, escombros, radiografías, cascotes y deshechos quirúrgicos enmarcan las salas donde los pacientes son sólo cuerpos chupados por enfermedades como la tuberculosis o el Chagas. Me impresiona la mucha gente que hay tirada en los pisos, no sé si son pacientes o familiares, lo mismo da.


Una hora después, en el camino hasta Juan José Castelli –población de 30 mil habitantes que se autocalifica "Portal del Impenetrable"– la desazón y la rabia se perfeccionan al observar lo que queda del otrora Chaco boscoso. Lo que fue imperio de quebrachos centenarios y fauna maravillosa, ahora son campos quemados, de suelo arenoso y desértico, con raigones por doquier esperando las topadoras que prepararán esta tierra para el festival de soja transgénica que asuela nuestro país.


Entramos –nuevamente por atrás– al Hospital de Castelli, que se supone atiende al 90 o 95 por ciento de los aborígenes de todo el Impenetrable. Lo que veo allí me golpea el pecho, las sienes, los huevos: por lo menos dos docenas de seres en condiciones definitivamente inhumanas. Parecen ex personas, apenas piel sobre huesos, cuerpos como los de los campos de concentración nazis.


Una mujer de 37 años que pesa menos de 30 kilos parece tener más de 70. No puede alzar los brazos, no entiende lo que se le pregunta. Cinco metros más allá una anciana (o eso parece) es apenas un montoncito de huesos sobre una cama desvencijada. El olor rancio es insoportable, las moscas gordas parecen ser lo único saludable, no hay médicos a la vista e impera un silencio espeso, pesado y acusador como el de los familiares que esperan junto a las camas, o tirados en el piso del pasillo, también aquí, sobre mantas mugrientas, quietos como quien espera a la Muerte, esa condenada que encima, aquí, se demora en venir.


Siento una furia nueva y creciente, una impotencia absoluta. Le pregunto a una joven enfermera que limpia un aparador vidriado si siempre es así. "Siempre", responde irguiéndose con un trapo sucio en la mano,
"aunque últimamente han sacado muchos, desde que empezó a venir la tele".


Es flaquita y tiene cara de buena gente: se le ve más resignación que resentimiento. Son 44 enfermeros en todo el hospital pero no alcanzan para los tres turnos. Trabajan ocho horas diarias cinco días por semana y cobran alrededor de mil pesos los universitarios, y menos de 600 los contratados, como ella. Los días de lluvia los techos se llueven y esto es un infierno, dice y señala los machimbres podridos y los pozos negros saturados que revientan de mierda en baños y patios. Y todo se lava con agua, nomás, porque "no tenemos lavandina".


Camino por otro pasillo y llego a Obstetricia y Pediatría. Allí todos son tobas. Una chiquilla llora ante su hijo, un saquito de huesos morenos con dos ojos enormes que duele mirar. Otra joven dice que no sabe qué tiene su nena pero no quiere que muera, aunque es obvio que se está muriendo. Hay una veintena de camas en el sector y en todas lo mismo: desnutrición extrema, mugre en las sábanas, miles de moscas, desolación y miedo en las miradas.
Después viajamos otra hora y el cuadro se hace más y más grotesco.
Paramos en Fortín Lavalle, Villa Río Bermejito, las tierras allende el Puente La Sirena, los parajes El Colchón, El Espinillo y varios más. Son decenas de ranchos de barro y paja, taperas infames donde se hacinan familias de la etnia Qom (tobas). Todas, sin excepción, en condiciones infrahumanas.
Digan lo que digan, estas tierras –más de tres millones de hectáreas– fueron vendidas con los aborígenes dentro. Son varios miles y están ahí desde siempre, pero no tienen títulos, papeles, ni saben cómo conseguirlos. Los amigos del poder sí los tienen, y los hacen valer. El resultado es la devastación del Impenetrable: cuando el bosque se tala, las especies animales desaparecen, se extinguen. Los seres humanos también.


Y aunque algunas buenas almas urbanas digan lo contrario, y se escandalicen ciertas dirigencias, en el ahora ex Impenetrable chaqueño palabras duras como exterminio o genocidio tienen vigencia.


Desfilan ante nuestros ojos enfermos de tuberculosis, Chagas, lesmaniasis, niños empiojados que sólo han comido harina mojada en agua, rodeados de perros flacos, huesudos y ojerosos como sus dueños. Se llaman Margarita, Nazario, Abraham, María y lo mismo da. Casi todos dicen ser evangelistas, de la Asamblea de Dios, de la Iglesia Universal, de "los pentecostales" o "los anglicanos".


Involuntariamente irónico, evoco a Yupanqui: "Por aquí, Dios no pasó".


Al caer la tarde estoy quebrado, roto, y sólo atino a borronear estos apuntes, indignado, consciente de su inutilidad. Al partir de regreso veo en un caserío un cartel deshilachado por el sol: "Con la fuerza de Rozas, vote lista 651". Y en la pared de un rancho de barro, seguramente infestada de vinchucas, veo un corazón rojo como el de los pastores mediáticos brasileños de "Pare de sufrir". Abajo dice: "Chaco merece más. Vote Capitanich".


A unos 400 kilómetros de aquí el escrutinio final de las elecciones avanza lenta, nerviosamente. En alguna oficina el ministro de Salud de esta provincia seguirá negando todo esto, mientras el gobernador se prepara para ser senador y vivir en Buenos Aires, bien lejos de aquí, como casi todos los legisladores.


Nunca antes el Chaco ni este país me habían dolido tanto

viernes, 2 de noviembre de 2007

Algunas notas sobre el hambre en el Chaco

VIERNES 2 de noviembre de 2007


Foto Rulo

Antropólogos e investigadores que trabajan en comunidades indígenas de Chaco y Formosa se refieren a las muertes por desnutrición en el Chaco. Afirman que los medios de comunicación recurren a un tipo de sensibilización que dificulta no sólo la comprensión integral de dicha situación sino las posibilidades mismas de resolución.

Por ANRed - A (redaccion@anred.org)

Por Mariana Gómez, Ana Carolina Hecht, Alejandro López, Carlos Salamanca, Florencia Tola, Soledad Torres Agüero, Patricia Torres Fernández y Ana Vivaldi.

Ni los engorrosos escrutinios de las recientes elecciones chaqueñas parecen cerrar un ciclo más de visibilidad e invisibilidad nacional de los indígenas chaqueños que, como siempre, se centró en sus "llantos de hambre", su "degradación humana" y su "desastre humanitario".

Una vez más, las imágenes y las palabras de "tragedias" "presagios cumplidos" y "estadísticas que conmueven" irán haciendo su aporte a la realidad que los medios de comunicación han ido transmitiendo desde hace más de un siglo en la sociedad nacional, alimentando unos sentimientos hacia los indígenas chaqueños tan compasivos como distantes. Cuando en la mayoría de los medios se remite a "la tuberculosis" y el "frío" como los agentes que desembocan en esta "tragedia" parece buscarse, como en la mayoría de las notas periodísticas de estos acontecimientos y como bien lo dicta la definición de ese término en el diccionario de la Real Academia Española, motivar "la compasión y el espanto" frente a un "inevitable final funesto". Puesto que el dramatismo de la pobreza puede ser muy efectivo en la sensibilización pero altamente neutralizador en el plano de la acción sería fundamental ver si las intervenciones del Defensor del Pueblo o de la Corte Suprema producen, además de las acciones de emergencia, políticas públicas integrales y de largo plazo.

Narrar el hambre es tan difícil como erradicarlo de un sistema político en el que la discriminación parece ser uno de sus elementos constituyentes. Pero si los medios no sólo transmiten sino también median, narrar y mostrar con precisión es fundamental para identificar el escenario en el que se encuentran los lamentos por el hambre del otro, el entusiasmo sojero y el boom de los amenities inmobiliarios.


Foto Rulo

Los indígenas chaqueños se debaten en la telaraña argentina contemporánea de la desigualdad en la que conviven los porcentajes de crecimiento macroeconómico sin precedentes y los índices africanos de desarrollo humano del Chaco. Los tobas, que hoy en día ascienden a más de 69.452 personas, no sólo habitan en el Impenetrable sino también en el Gran Resistencia, Formosa, Santa Fe y en los barrios más empobrecidos de Rosario, La Plata y Buenos Aires. Estos grupos fueron los últimos en ser "incorporados" durante la campaña del "desierto" a finales del siglo XIX. Fue a partir de la incorporación violenta de estas poblaciones al Estado que las mismas conocieron problemas que les eran desconocidos: la mortalidad debido a la explotación en el trabajo, la pérdida del acceso a los campos de caza y pesca, el contagio de epidemias y enfermedades infecciosas.

Sin embargo, en el proceso de incorporación al Estado, los indígenas estuvieron lejos de aceptar pasivamente estas situaciones de deterioro. Hace ya unos meses, el ministro de Salud de la Provincia del Chaco, Ricardo Mayol, intentó responsabilizar del problema de la desnutrición de los tobas de El Impenetrable a los "hábitos culturales indígenas", negando un supuesto abandono institucional. Refiriéndose a los indígenas, declaró: "Ellos tienen su manera de comer, su manera de alimentarse, y a veces no aceptan la nuestra". Mayol habla de la "cultura", aunque off the record muchos funcionarios se nieguen a la posibilidad de discutir políticas públicas de salud específicas para los indígenas. No obstante en la esfera de la salud los indígenas son ampliamente interculturales.

Los aborígenes chaqueños no rechazan la medicina que el Estado les ofrece, concurren a salas de primeros auxilios y hospitales y, a pesar de la inexistencia de un servicio de salud que integre las ideas y prácticas de estos grupos sobre la salud y la enfermedad, hace mucho tiempo que reclaman por más y mejor atención. Incluso una gran proporción de la dieta actual de los indígenas consiste en alimentos elaborados industrialmente como la harina y el azúcar, una dieta de baja calidad y altamente calórica que los planes de asistencia y los comedores escolares parecen no remediar.

La escasa infraestructura sanitaria en las comunidades y la baja cobertura del sistema de salud hace que los esfuerzos se orienten a intentar cubrir, sin éxito, la atención primaria, siendo éste un problema extensible a toda la región del Gran Chaco.

¿Por qué todos los programas de salud implementados por el Estado nacional y los gobiernos provinciales no parecen dar resultados? Por programas nos referimos a una larga lista: el PNSA (Plan Nacional de Seguridad Alimentaria), el PROFE (Plan Federal de Salud), el FEAPS (Fortalecimiento de la Estrategia de Atención Primaria de la Salud), el Programa Federal de Chagas, el Programa de Médicos Comunitarios, el Subprograma de Equipos Comunitarios para Pueblos Originarios (rechazado por el gobierno de Gildo Insfrán en Formosa), el ANAHI (Programa de Apoyo Nacional de Acciones Humanitarias para las Poblaciones indígenas). En la Provincia del Chaco desde hace algunos años se implementan el Programa Materno Infantil, el Programa de Participación Comunitaria (financiado por UNICEF) y el Plan AIPO orientado al apoyo alimenticio de niños menores de cinco años y a sus madres.

Los derechos de los pueblos indígenas son sistemáticamente violados a pesar de una amplia legislación nacional e internacional a su favor. No obstante, diversas experiencias y programas de salud intercultural implementados en otros lugares de Latinoamérica, y con alcance nacional como en Brasil y Chile por ejemplo, demuestran que es posible promover la salud y el desarrollo integral de grupos étnicos tradicionalmente excluidos Otro aspecto que llama la atención es que en el registro de la crisis alimenticia hecha por los medios de comunicación es notable la aparente inexistencia de las organizaciones indígenas. A partir de las noticias, especialmente las transmitidas por medios nacionales, todo parecería indicar que los indígenas son víctimas pasivas y desintegradas de la desnutrición, las inundaciones y las sequías. Sin embargo, existen en Chaco y Formosa institutos provinciales indígenas, asociaciones civiles en cada comunidad e incluso redes y federaciones. La combinación de largas tradiciones de paternalismo e indigenismo integracionista se han ocupado de convertir y mantener a la mayoría de las asociaciones como piezas claves del entramado clientelista. Las numerosas experiencias de participación en el diseño y ejecución de planes y proyectos con incidencia directa sobre las condiciones de vida con que cuentan diversas organizaciones indígenas deberían ser suficientes para reconocer a estas últimas como parte de la solución.

La reciente muerte de algunos tobas no es un problema de hospitales o de bolsones de mercadería. El hambre es el resultado de un problema integral cuya solución exige que las organizaciones y los mismos indígenas sean reconocidos como protagonistas.

Si las visitas periodísticas al Impenetrable se limitan a describir sus periplos por "los caminos del hambre" es muy probable que los gobiernos respondan, como ya ha sucedido, enviando al ejército nacional a repartir cajas de alimentos y no incorporando una visión estructural y de largo plazo respecto del problema. Años de experiencia deberían tenerse en cuenta para entender que con políticas paternalistas, sin una participación amplia e informada de las organizaciones y los líderes indígenas, los programas están destinados al fracaso.

Los Antropólogos que trabajan e investigan en comunidades indígenas de Chaco y Formosa: Mariana Gómez, Ana Carolina Hecht, Alejandro López, Carlos Salamanca, Florencia Tola, Soledad Torres Agüero, Patricia Torres Fernández, Ana Vivaldi.

Chaco: Desnutrición y tuberculosis cobran otra vida

Por Nuhem Bashe / RCI - Sunday, Oct. 28, 2007 at 2:51 PM
bashe-octubre@hotmail.com

Fuente: http://argentina.indymedia.org/news/2007/10/559287.php

El 17 de octubre Irma Yolanda Largo falleció en el barrio Margarita, de La Leonesa; era toba y es la décimo octava persona que muere por hambre y tuberculosis en el Chaco desde el 11 de julio. Falleció al cumplirse un mes de que la Corte Suprema de Justicia hiciera lugar a las medidas cautelares planteadas por el Defensor del Pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, en defensa de las comunidades aborígenes que viven en territorio chaqueño y se encuentran en situación de pobreza extrema y bajo riesgo o peligro de extinción como pueblos.

El máximo tribunal ordenó a Nación y a Provincia que suministren agua potable y alimentos a los indígenas que viven en los departamentos General Güemes y Libertador General San Martín; también dispuso que se proporcionen medios de transporte y comunicación hacia los puestos sanitarios. Pese a este fallo las comunidades originarias de la provincia siguen muriendo. Rolando Núñez, coordinador del Centro Mandela, se refirió a la muerte de Irma Largo.

- Se ha producido una nueva muerte por desnutrición, ¿es así doctor?

Sí, familiares de Irma Yolanda [Largo], que vivía en el barrio Margarita, de La Leonesa, confirmaron que falleció el día miércoles 17 de este mes. Tenía 52 años de edad, era de la etnia toba, tuyo 8 hijos. El último tiempo fue desmejorando, tenía mucha tos, empezó a adelgazar y lamentablemente no fue tratada a tiempo por el sistema de salud. Estaba en situación económica precaria, muy mala, no tenía ningún tipo de Plan ni de asistencia alimentaria, salvo en muy pocas ocasiones, y vivía de hacer canastos y de levantar algunas cosas del basural que se encuentra a mil metros de donde vivía ella.

Fue hospitalizada hace aproximadamente un mes en el hospital de La Leonesa, inmediatamente después la derivaron al hospital Perrando y fue directamente internada en terapia intensiva. La única referencia que le dieron los médicos a los familiares de Irma Yolanda fue que tenía el pulmón muy pero muy infectado y que tenía pulmonía. En definitiva, todo indica que el caso de Irma Yolanda es de la situación de una indígena que tenía tuberculosis, que estaba desnutrida, y que murió por la pobreza extrema que rodeó su familia y por la falta de comida suficiente.

- En estos casos damos a entender que los hermanos no son atendidos pese a que el Ministerio de Salud sale en los medios graficos y radiales de que se está atendiendo la problemática. Pero en estos casos notamos que no es tan así.

En realidad el abandono del Estado es mayor todavía, porque estamos diciendo que toda la familia de Irma, que estaba casada con Desiderio Tazur, vivía del basural. Estamos hablando de una familia extremadamente pobre, sin trabajo, sin ingresos, sin planes, sin asistencia alimentaria y que desde hace un año y medio, refirieron ya los familiares, se enfernó. Venía con mucha mucha tos y fue perdiendo peso gradualmente hasta que todo esto desembocó en una situación de enfermadad muy aguda que en pocas semanas produjo su fallecimiento.

El sistema de salud nuevamente acaso no detectó a tiempo la enfermadad de Yolanda, y por lo tanto, lo que dice el Ministero me parece que no es cierto. No hay buena atención de salud y, sobre todo, no hay una política social que se dirija a atender y a asistir a los sectores más desposeídos, más pobres y más excluidos de la comunidad chaqueña, en particular, las comunidades indígenas.

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Centro de Estudios Nelson Mandela denunció las muertes 17 y 18 de aborígenes
Por Chaco Día por Día - Sunday, Oct. 28, 2007 at 3:00 PM

Lo difundió el Centro de Estudios Sociales Nelson Mandela. Se trata de Juan Juárez e Irma Yolanda Largo, dos aborígenes de la etnia toba que fallecieron prematuramente y por causas evitables.

Las muertes por causas evitables (desnutrición, tuberculosis y chagas) siguen sucediéndose entre los integrantes de las comunidades aborígenes de Chaco, a pesar de la atención de la prensa provincial, nacional e internacional y una orden explícita de la Corte Suprema de Justicia. En su página web, el Centro de Estudios Sociales Nelson Mandela difundió ayer un informe en el que se detalla el fallecimiento de dos aborígenes de la etnia toba, siempre por causas evitables. Serían, según la grilla de defunciones, las muertes número 17 y 18.
La primera de esas dos muertes cayó sobre la vida de Juan Juárez, el 20 de septiembre. Se trata de un aborigen toba de 58 años de edad que vivió en el Paraje Pampa Argentina, que depende del municipio de Castelli. “Fue pastor evangélico de la Iglesia Cuadrangular y con Hilario Juárez fueron dos hombres reconocidos y respetados en la zona”, informaron desde la fundación.
“Don Juan Juárez falleció luego de acarrear una antigua tuberculosis; al momento de su muerte, presentaba severa desnutrición secundaria, asociada a aquella fatídica enfermedad que tiene atrapado al pueblo indígena ante la inercia y los desaciertos de la políticas socio-económica y sanitaria ejecutada por los gobiernos nacional y provincial”, señala el informe.
Don Juárez vivía con su mujer, algunos de sus hijos y nietos. En la familia, el padecimiento de enfermedades parece ser heredado. La hija de Juárez, Raquel, de 36 años de edad, sufre de una catarata visual que ya avanzó casi en un 90%. Vive con un hijo de 10 años y sin marido. Pero además, su hermana Cármen, de 22 años, también sufre la pérdida de la visión como consecuencia de una enfermedad endémica en las comunidades originarias.
Dieciocho
El caso número 18 destierra la idea de que la situación se limita a las comunidades originarias de El Impenetrable. Según informa la página web del Centro de Estudios, el miércoles 17 de octubre Irma Yolanda Largo, de 53 años de edad, falleció en el hospital Perrando, pero en realidad es oriunda de La Leonesa. Localidad situada a poco más de 50 kilómetros de Resistencia.
Vivió en el Barrio Margarita de esa ciudad y estaba casada con Desiderio Tazuri (ambos de la etnia toba).
Según revela el informe, “tuvieron 6 hijos. Vivieron en un humilde rancho, a mil metros del basural de la localidad. Sobrevivieron de hacer canastos de totora y de levantar restos de los productos volcados por los vecinos y por la municipalidad en el basural.
Hace un año y medio comenzó a manifestarse la enfermedad. Irma Yolanda comenzó a sufrir mucha tos y fue perdiendo peso, fundamentalmente durante los últimos meses. A comienzos de septiembre fue internada en el Hospital de La Leonesa. Luego fue derivada al Hospital Perrando, para ingresar rápidamente y de urgencia a terapia intensiva. Los médicos refirieron que tenía el pulmón muy afectado; que murió de pulmonía. En realidad, arrastraba una tuberculosis que nunca fue adecuadamente tratada. A esto se agregó que de tanto no comer, fue perdiendo el apetito y peso hasta quedar desnutrida”, aseveran.

Fuente: http://www.centromandela.com.ar

www.chacodiapordia.com/2007/html/nota_des.php?n=12832