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jueves, 5 de noviembre de 2009

Chaco pelea entre la crecida y la sequía

DOS REALIDADES EN 200 KILÓMETROS

Mientras la zona lindera al Paraná resiste la embestida del agua, a pocos kilómetros los productores ruegan para que llueva. Martín Pietruszka.


Los habitantes de la zona lindera al Río Paraná rescatan sus cosas, mientras los productores del centro y noroeste de la provincia reciben agua en camiones para salvar a sus animales. (Gentileza de www.compactonea.com.ar)
Dos realidades en la misma realidad: el Chaco. En una de las provincias más castigadas y pobres del país, conviven dos escenarios totalmente opuestos. De un lado, al noroeste de la provincia, en lo que queda del Impenetrable, la sequía es devastadora. La última lluvia -y aislada- cayó en febrero y los animales “se entregan” por no tener agua ni pasturas. Del otro lado, en la margen del río Paraná, la gente intenta salvar sus vacas, chivos y ovejas llevándolos a las zonas más altas para que la correntada no los arrastre.

Las localidades de Isla del Cerrito, Colonia Benítez, Barranqueras, Puerto Vilelas y Antaqueras padecieron la imprevista crecida del Río Paraná en las últimas semanas. En esa zona, alrededor de 1.100 personas tuvieron que abandonar sus casas al ser evacuadas antes de que la crecida los arrastre. Franco Gómez, de 17 años, murió el viernes pasado al caer de su caballo y ser arrastrado por la correntada cuando intentaba arrear sus vacas en un campo inundado. Fue hallado casi 24 horas después a tres metros de profundidad. Es la primera víctima.

Pero no todos pudieron ser asistidos y aún permanecen en sus casas y con más de un metro de agua. En Vilelas hay 110 familias aisladas. Otras 56 están en la misma situación en Colonia Benítez, 3 en Barranqueras y 32 en la Isla del Cerrito. La Sala de Situación instalada en la Casa de Gobierno del Chaco informó que si bien hay personas que no pudieron ser trasladadas a zonas más seguras, “todas reciben asistencia”.

Consultada por Criticadigital, la intendente de Barranqueras, Alicia Azula, explicó que la zona lindera al Río Paraná tiene una defensa para resistir las crecidas. Sin embargo, “muchas familias viven por fuera de la barrera de contención y hemos tenido que evacuarlas. En nuestro caso, son alrededor de 30 familias que tuvieron que dejar sus casas”. Y detalló que “extraemos el agua con ocho dotaciones de bomberos”.

Azula también señaló que “la altura del río llegó a los 6,79 metros y hoy está en 6,50 cuando el nivel normal es de tres metros”. La funcionaria también precisó que “la gente no quiso ir a centros de evacuados así que los ayudamos a construir ranchitos en zonas más altas. Quisieron quedarse cerca del río y de sus casas. Igual, están todos controlados sanitariamente y reciben alimentos”.

“Nosotros rogamos que no llueva porque eso podría hacer que el agua ingrese a la ciudad. Y al mismo tiempo sabemos que a 200 kilómetros de acá la gente se muere por la sequía. Es increíble”, concluyó.

El Gobierno de Capitanich declaró la emergencia hídrica por 180 días. De esta manera acelera las acciones de los Ministerios de Gobierno, Justicia, Seguridad y Trabajo; de Desarrollo Social y Derechos Humanos; a la Administración Provincial del Agua y a la Dirección Provincial de Defensa Civil para que realicen todo lo posible para evacuar a la gente y tratar de salvar sus pertenencias.

La otra cara de la moneda no es menos desesperante. La sequía no da tregua en Juan José Castelli, Quitilipi, Machagai, Saenz Peña y otras localidades cercanas al Impenetrable. Los animales mueren de a cientos todos los días y se calculan que en lo que va del año se perdieron más de 200 mil cabezas de ganado. “En 75 años no recuerdo haber tenido una sequía como esta”, contó a la agencia local Compacto Nea Rafael Milovich, capataz de un campo en Machagai.

“No sé que puede ser peor que esto. Es un desastre, una catástrofe. Las pérdidas no se pueden calcular. Imagine como queda uno cuando viene al campo y ve 10 o 15 vacas muertas. Tengo un cementerio de animales, no los quemo porque puedo provocar un incendio”, explicó Don Rafael lleno de resignación.

En el departamento de General Güemes, donde se encuentra Misión Nueva Pompeya -la primera población dentro del Impenetrable- no cae una gota de agua desde hace más de un año y medio. Basta caminar para encontrar animales muertos cada pocos metros. Todas las represas o estanques se secaron hace varios meses. El Estado provincial acarrea agua desde el paraje El Caimán de la localidad de Miraflores, a 70 kilómetros de Castelli, para que los pobladores tengan para darle a sus animales. Pero no alcanza.

En diálogo con este medio, el intendente de Juan José Castelli, Leo Yulán, calificó a la situación como “crítica” y contó que “transportamos 1,6 millones de litros de agua por día para abastecer a los 40 mil habitantes que tiene la ciudad y alrededores. Es una epopeya el esfuerzo que hacemos”. A través de cuatro camiones que pone el municipio, extraen agua del reservorio Chikí Lamón y abastecen principalmente a escuelas y centros de salud.

“Acá llevamos 4 años consecutivos de sequía que han hecho un desastre con el sector ganadero. La mayoría de los productores tienen menos de 50 cabezas de ganado. Imaginate que si se les mueren 10, 20 o 30 animales quedan planchados para todo el viaje”, graficó el intendente de Castelli

Una obra de infraestructura llevaría la solución a todo el noroeste chaqueño. El acueducto Castelli-Río Bermejo, cuyo proyecto ejecutivo está terminado, abastecería a toda la región del Impenetrable. “El Chaco está partido en dos. La mitad está inundado y del otro lado nos morimos por la sequía. No puede ser, las obras tienen que ser prioridad más allá de las banderas políticas. Es una cuestión humanitaria”, concluyó Yulán.
http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=32355

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