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miércoles, 16 de mayo de 2012

Capitanich le abrió las puertas de Chaco al ejército norteamericano

A contramano de una política de unión latinoamericana y soberanía nacional, el gobernador habilitó la entrada del Comando Sur del ejército estadounidense al territorio argentino.





Con motivo de la conmemoración del trigésimo aniversario de la guerra de Malvinas, el pasado 2 de abril, el histórico reclamo por la so­beranía argentina sobre las islas tuvo en Resistencia un agregado particular. Una masiva mar­cha “por la soberanía” transitó los 10 kilómetros que separan la Casa de Go­bierno del Aeropuerto, para culminar con un acto en el que tronaron consig­nas de rechazo al acuerdo del gobier­no provincial con el Comando Sur de Estados Unidos.

¿Qué motivó esta masiva demostra­ción popular? El gobernador chaqueño Jorge Capitanich asegura que Estados Unidos le donó un Centro de Opera­ciones para Emergencias por interme­dio de su Embajada en Buenos Aires. Son 6 millones de pesos –dice el go­bierno– otorgados sin mediar acuer­do, convenio ni firma de documentos públicos. El motivo: que el personal provincial de Defensa Civil esté ca­pacitado, equipado y tenga un lugar físico para actuar ante eventuales si­tuaciones de emergencias o catástro­fes. Todo en beneficio de la provincia y sin ninguna concesión a cambio para con aquel país, cuyos objetivos huma­nitarios y solidarios explicarían por sí mismos las donaciones y las capacita­ciones gratuitas realizadas en el mar­co de un “programa civil de asistencia humanitaria” que se destina también a seis municipios de Chaco: San Martín, Sauzalito, Villa Ángela, Puerto Tirol, Barranqueras y Tres Isletas.

El primer inconveniente de la versión oficial es lo que comunicó la propia emba­jada de Estados Unidos. El ex embajador Earl Anthony Wayne afirmó la existencia de un “convenio de cooperación” bajo el cual el Comando Sur –y no la propia em­bajada– financia la creación de un Centro de Operaciones para Emergencias por un valor de 3 millones de dólares (más de 12 millones de pesos en lugar de los 6 anun­ciados por el Gobierno).

El Comando Sur no es precisamente una organización solidaria sin fines de lucro. Como unidad militar dependiente del Ministerio de Defensa estadouniden­se enfoca su acción en el continente lati­noamericano, con excepción de México. En su país nunca participó en políticas de prevención, mitigación o respuesta ante situaciones de emergencias natu­rales o sanitarias, tareas que en Estados Unidos corresponden a la Agencia Fede­ral para el Manejo de Emergencia, sin vínculos con este comando.

Como expresó en 2004 el General Ja­mes Hill, entonces jefe del Comando Sur, ante el Congreso de Estados Unidos, una de sus preocupaciones principales es la amenaza planteada por “el populismo ra­dical” en la región, cuyos líderes “infla­man el sentimiento anti-estadounidense”, en referencia a gobiernos que se oponen a las políticas de Washington. Su estrategia –publicada en diversos informes propios– se apoya en “la inteligencia, el monitoreo, el reconocimiento” y plasma en instala­ciones de centros regionales con diversos fines, entre ellos la ayuda humanitaria ante desastres naturales.

Con un personal permanente de tres mil militares y civiles, esta unidad ha te­nido en el último tiempo mayor presencia en la región que los propios funcionarios del Departamento de Estado. Según indi­ca el documento “Estrategia del Coman­do Sur de Estados Unidos 2018 Amistad y Cooperación por las Américas”, su mi­sión principal es “proteger nuestra (su) patria”, para lo cual necesitan “mantener nuestra (su) capacidad de operar en los espacios, aguas internacionales, aire y ciberespacio comunes mundiales y des­de ellos”. ¿Cómo? Mediante satélites, flotas navales y aéreas y centros dotados con equipos informáticos.

Quien ha visitado al gobernador de Chaco en representación del Comando Sur en 2011 es el comandante Edwin Passmore, con antecedentes no precisa­mente vinculados a la “ayuda humanita­ria”: trabajó en Afganistán, fue asesor de inteligencia en Irak y terminó expulsado de Venezuela en 2008 por actividades de espionaje. También fue denunciado por el gobierno de Argentina tras el ingre­so no declarado al país –vía aérea– de equipamientos y drogas en el aeropuerto de Ezeiza, traídos para una jornada de capacitación a la Policía Federal en fe­brero de 2011.

Cómo llega la “donación”

Entre el 26 y 27 de marzo de 2008 se llevó adelante en Resistencia una jorna­da de capacitación para el personal de Defensa Civil de la provincia bajo el ró­tulo oficial de “Taller de Identificación de Problemas Generales por Escenarios de Riesgo y Áreas Críticas Para Desa­rrollar una Organización de Comando de Operaciones en Emergencia”. Im­partida por “consultores profesionales designados por la Embajada de Estados Unidos”, según informó el gobierno dos meses después, se realizó bajo el mar­co del Programa de Fortalecimiento del Sistema Provincial de Emergencias, to­talmente financiado por la embajada y aprobado a nivel nacional en 2006 por el ex ministro del Interior Aníbal Fernán­dez. El programa depende en realidad de la unidad de Asistencia Humanitaria del Comando Sur y las jornadas de capa­citación en Chaco se habían producido por primera vez en agosto de 2006.

Luego de estas actividades, el enton­ces embajador Wayne visitó la provincia el 13 de agosto de 2008 para terminar de cerrar el proyecto preparado por el Co­mando Sur, cuyo siguiente paso fue la construcción del Centro de Operaciones para Emergencias en las inmediaciones del aeropuerto internacional de Resisten­cia. Se reunió con el gobernador Capita­nich, conversaron en fluido inglés y antes de su partida pronunció un discurso en agradecimiento “por la oportunidad” que le fue brindada para participar en el “ex­cepcional proyecto”. Y remató: “Amista­des de éste tipo continúan demostrando el compromiso del gobierno de Estados Unidos de trabajar con nuestros amigos”. Ningún documento escrito trascendió lue­go de la visita, que fue la primera de un embajador estadounidense a la provincia desde 1979, en ese entonces bajo la dicta­dura militar.

Tras un largo período de silencio, Ca­pitanich se reunió con representantes del Comando Sur el 4 de noviembre de 2011. En la Casa de Gobierno provincial, el co­mandante Passmore y el consejero de la embajada Jefferson Brown se reunieron con el gobernador. Éste último declaró que la construcción del Centro de Ope­raciones para Emergencias “es uno de los proyectos más importantes que el gobier­no norteamericano tiene con Argentina”. Tras el encuentro, la oficina de prensa de la gobernación publicó un cable titulado “La construcción del centro de emergen­cias donado por Estados Unidos cerca de finalizarse”. Se admitió allí por primera vez que el Comando Sur, bajo su progra­ma de Asistencia Humanitaria, es el órga­no que financia esta supuesta “donación” que incluye “el inmueble y sus equipa­mientos (informáticos)”.

Una vez finalizada la edificación de este centro de operaciones el gobierno provincial se vio obligado a dar una ex­plicación pública a fines de marzo: “No­sotros hemos tenido la donación de una central de emergencias provista por la embajada de Estados Unidos (…) que la provincia la puede recepcionar claramen­te por gestiones y directivas emanadas de la cancillería argentina”, explicó el jefe de Estado chaqueño visiblemente incó­modo. Plantear una simple “donación” le permite al gobierno eludir la intervención de la Legislatura provincial.

Al día siguiente, el ministro de Gobier­no –cartera de la que depende la Direc­ción de Defensa Civil, Juan Manuel Pe­drini, recorrió con periodistas el Centro para Emergencias. “Es imposible que el Comando Sur se instale en la provincia”, aseguró. Y al relato oficial se agregó que las instalaciones son el fruto de una ex­ploración en “el ámbito nacional e inter­nacional” que implicó “comunicarse con diversas embajadas”.

La tercera y última declaración públi­ca sobre el tema por parte del gobierno chaqueño estuvo a cargo de la diputada provincial y ex secretaria general de la Gobernación, Elda Pértile, en un pro­grama radial de Resistencia. La legisla­dora argumentó que la construcción del edificio responde al Programa nacional aprobado en 2006, el cual Capitanich únicamente “continuó” al asumir en di­ciembre de 2007. Pértile aseguró que la obra fue ejecutada tras autorizaciones de factibilidad realizadas por distintos orga­nismos técnicos de la provincia, como la Secretaría de Medio Ambiente y Produc­ción y las empresas estatales de servicios energéticos y agua. También se hicieron –dijo– trámites ante el municipio de Re­sistencia y la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac). Y aseguró que el Gobierno recibió la obra, pero no dinero. Lo cierto es que el gobierno provincial no presentó ningún documento para respal­dar estas afirmaciones. Y la propia em­bajada de Estados Unidos explicita una financiación directa del Comando Sur a Chaco, sin la necesaria intervención del gobierno nacional, que tampoco se pro­nunció sobre este asunto.

Rechazo popular y silencio mediático

Además de la escasa y contradictoria comunicación oficial sobre la instalación del llamado Centro de Operaciones para Emergencias, dos hechos llaman la aten­ción en este caso. Uno, la nula difusión del asunto por parte de los medios masivos de comunicación a nivel nacional. El otro, la férrea oposición de amplios sectores de la población de Resistencia y alrededores al ingreso del Comando Sur a la provincia. Un rechazo que incluye pero excede larga­mente a los partidos políticos de izquierda. Se percibe en la capital chaqueña un sen­timiento antiestadounidense generalizado incluso en sectores liberales, pero sobre todo en la amplia mayoría de las organi­zaciones sociales, gremiales y de derechos humanos que tienen presencia en la ciudad capital de Chaco y no creen en la donación con fines humanitarios del Comando Sur.

Si bien no siempre en forma de rechazo frontal, al menos una profunda descon­fianza invade también a aliados y miem­bros del Gobierno, que se muestran visi­blemente incómodos cuando se menciona el tema. Todos ellos esperan aún mayores explicaciones por parte del gobernador Jorge Capitanich o de su entorno cercano, que ha manejado el tema con un alto grado de hermetismo, silencios prolongados e incongruentes comunicaciones oficiales.

Clarín y La Nación –los principales diarios del país– así como el conjunto de medios establecidos, han seguido de cerca la gestión del gobernador Jorge Ca­pitanich, al que califican como “kirchne­rista”. Aprovecharon cada medida polé­mica de su gestión para arremeter contra su figura. Y explotaron sus desventuras familiares para atacarlo. Pero no esta vez. Capitanich pertenece al Partido Justicia­lista (ver Quién es…) y su conducta po­dría ser endosada por esa vía al gobierno nacional. No obstante los medios han desestimado y acallado esta información. Lo mismo ocurre por el lado de la prensa afín al Gobierno, aunque en su mayoría adopta un discurso latinoamericanista.

A contramano, la población de Resis­tencia siguió otro camino. “Rechazamos el acuerdo del gobierno de Chaco con el Comando Sur de Estados Unidos para la construcción de un supuesto ‘Centro Anti-Catástrofe y de Ayuda Humanita­ria’, financiado por el principal aliado de los ingleses”, se pronunciaron decenas de organizaciones políticas, sociales y sindicales de Chaco, nucleadas en la de­nominada Asamblea Popular.

“Con un ropaje de ‘ayuda humanitaria’, que todos los pueblos del mundo descono­cen en el imperialismo yanqui, se le abren las puertas a una base militar de control y monitoreo”, denunciaron. La convocato­ria alcanzada y la respuesta espontánea de ciudadanos chaqueños durante la marcha sorprendió a los propios organizadores, cuyas protestas no recibían semejantes muestras de apoyo popular desde 2001 y 2002, durante el peor momento de la últi­ma crisis económica argentina.

Llamado a la “Unión Americana”

En medio de este proceso el gobernador Capitanich recibió en septiembre de 2011 a una delegación de legisladores y funciona­rios estadounidenses traídos al país por la Fundación Construir, dirigida por la Unión Cívica Radical (UCR) y cuya cara más vi­sible es la actual intendente de Resistencia, Aída Ayala, probable candidata a la gober­nación en 2015, con buenas expectativas de devolverle el poder provincial a su partido.

Erigiéndose como portavoz de la región el gobernador arengó a los jóvenes repu­blicanos y demócratas: “Desde América del Sur vemos con tristeza que Estados Unidos no nos considere un aliado”. Lla­mó a potenciar estas relaciones, en defen­sa de “una alianza estratégica”, y remató: “estoy dispuesto a luchar por esa idea”. En la reunión también les manifestó a los estadounidenses la supuesta importancia de actuar en conjunto ante la actual si­tuación mundial, rememorando los tiem­pos del Alca: “Juntos seremos la mayor reserva de minería, agua dulce, alimen­tos, energía, industria cultural, atractivos turísticos, talentos de recursos humanos y tecnología vinculada a procesos pro­ductivos”. El gobernador de Chaco no se privó de recomendar a Estados Unidos, a través de sus visitantes, que tenga como estrategia “la unión americana” para re­

Informe posicionarse y “convertir al continente en una potencia mundial”.

Esta línea de acción del gobernador Ca­pitanich puede en realidad remontarse a las semanas previas a su elección como gobernador en 2007, cuando fue visitado por primera vez por el embajador Wayne. Según cables revelados por Wikileaks, el encuentro se produjo por invitación de Capitanich, quien aseguró que “de ser elegido gobernador, le gustaría aumen­tar los lazos entre la provincia y Estados Unidos”, en términos de intercambios de estudiantes y profesores, comerciales, de­portivos, culturales y de biocombustibles.

El cable señala una confesión reveladora y nunca desmentida por Capitanich: “Dijo que tiene una visión diferente de Estados Unidos que la mayoría de los argentinos en este momento (al parecer refiriéndose al alto –informó– sentimiento anti-estadounidense), creyendo que Estados Unidos debería ser el principal socio de Argentina en el desarrollo. Dijo que él conoce que este punto de vista no siempre gana votos, pero cree que una alianza estratégica con Estados Unidos sería bueno para el futuro de Argentina”.

Las alianzas del gobernador

Presidente del Partido Justicialista en la provincia, Capitanich gobierna con el apoyo de un conjunto de agrupaciones que conforman el frente Chaco Mere­ce Más, bajo el cual logró la reelección en 2011. La alianza de partidos que lo sostiene va desde sectores de centroiz­quierda hasta liberales y conservadores a ultranza. Los primeros tuvieron una fuerte presencia en el período de gobier­no 2007-2011, pero ya pocos lo acompa­ñan en la actualidad, disconformes con el rumbo que han tomado sus políticas. A contramano, liberales-conservadores tie­nen cada vez más poder en el entorno del gobierno. Tal es el caso de Propuesta Re­publicana (PRO), partido dirigido a nivel nacional por el empresario Mauricio Ma­cri, actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Enemigo del gobierno nacional en todo el país, el PRO forma parte del gobierno de Capitanich desde 2007. Sus posiciones políticas son claras: ortodoxia liberal en materia económica, alianza con Washington para la política exterior y conservadurismo católico en el plano social, con fuertes vínculos con la Iglesia y tintes xenófobos. Esa expresión de la extrema derecha nacional es alia­da del gobernador chaqueño. Dirigentes como Pedro Augusto Miró, subsecretario de Legal y Técnica de la Gobernación y hombre de extrema confianza del gober­nador, o Patricio Florito, ex subsecretario de gobierno y actual Presidente del Di­rectorio de la Fiduciaria del Norte, son algunos de los hombres claves del PRO en el Gobierno. Florito fue quien informó a la Legislatura, tras un pedido expreso de la Cámara, sobre las jornadas de ca­pacitación ofrecidas en marzo de 2008 a personal de Defensa Civil con el patroci­nio de la embajada estadounidense, una actividad que no había sido difundida ofi­cialmente y que este funcionario del PRO conocía detalladamente. En Resistencia muchos afirman que el propio Florito es quien mantiene el contacto más fluido con la embajada.

Por qué Chaco

La provincia de Chaco limita con Pa­raguay y con cinco provincias importan­tes de Argentina. Su ciudad capital, Re­sistencia, está además en la costa del río Paraná. Y en el Noreste argentino está la mayor reserva subterránea de agua dulce de Suramérica y una de las principales a nivel mundial: el Acuífero Guaraní.

Un objetivo histórico de Washington es instalarse en la Triple Frontera, com­partida por Argentina, Brasil y Paraguay, con el argumento habitual del combate al terrorismo. Allí hay un tráfico permanen­te de mercancías importadas, con eje en Ciudad del Este, Paraguay.

El informe del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida) presentado a raíz de la construcción del Centro de Operaciones para Emergen­cias asegura que Estados Unidos presio­nó históricamente a diferentes gobiernos argentinos para lograr instalar una base militar en San Ignacio, provincia de Misiones, a escasa distancia de la triple frontera. Algo que nunca logró concre­tar. Resistencia está ubicada a 600 kiló­metros de allí.

En este marco, el aeropuerto inter­nacional de la ciudad capital ofrece además características particulares. Allí pueden aterrizar también aviones militares con cargas pesadas, como los C-130 Hércules, C-17 Globemaster III y C-5 Galaxy, según estudios del Cemi­da. Las construcciones financiadas por el Comando Sur están ubicadas a unos 500 metros de las torres de control del aeropuerto y a unos 700 del edificio donde funciona el sistema nacional de radares, de una complejidad excepcio­nal para el Noreste argentino. Un lugar considerado estratégico también por ser “un nodo informativo importante”, como asegura Rolando Núñez, de la or­ganización Centro Mandela.

Cómo sigue

La Legislatura provincial aprobó un pedido de informes por unanimidad so­licitando al Poder Ejecutivo la presenta­ción de toda la documentación existente en lo relativo a la creación del Centro de Operaciones para Emergencias, incluidos los “convenios o acuerdos supuestamen­te concluidos con la embajada estadouni­dense en Argentina y/o el Comando Sur”, según el texto presentado por el legisla­dor Carlos Martínez, del agrupamiento Libres del Sur.

Capitanich deberá en algún momen­to dar también una explicación al Mer­cosur, que desde julio de 2009 fijó un mecanismo de cooperación y asistencia en materia de emergencias y ayuda hu­manitaria a través de la creación de la Reunión Especializada de Reducción de Riesgos de Desastres Socionatura­les, la Defensa Civil, la Protección y la Asistencia Humanitaria del Mercosur, que establece una estrategia de trabajo común para estas situaciones.

Para el Cemida, una de las metas de las “operaciones de Inteligencia de Es­tados Unidos en Argentina” apunta a “materializar, poco a poco, una progre­siva presencia en el país que no necesa­riamente significa permanencia desde el inicio, ya que normalmente es un nivel cooperativo y humanitario con bajo per­fil; pero luego y en el momento opor­tuno, se transforma en una intervención militar negociada”, tal como ha ocurri­do en otros puntos de América Latina. Ese posible recorrido, de centro para la ayuda humanitaria a base de operacio­nes militares, es lo que preocupa a cha­queños, argentinos y latinoamericanos, quienes –como aseguró Capitanich– tie­nen un sentimiento antiestadounidense mayoritario, fruto de la historia reciente de intervenciones de Estados Unidos en la región y el mundo.

Desde Chaco, Ignacio Díaz,

enviado especial



El aporte nacional

Numerosos son los acuerdos de coopera­ción que el gobierno argentino mantiene con Estados Unidos en el plano civil y militar, especialmente en materia de capacitación. Programas para Educación, Entrenamiento Militar, Seguridad de Fronteras, Control de Exportaciones y Asistencia Antiterrorista son algunos de los convenios entre ambos países. El Programa de Fortalecimiento del Sistema Provincial de Emergencias es el instrumento legal bajo el cual el gobierno de Chaco se ampara para legitimar la apertura del Centro de Operaciones de Emergencia y recibir el financiamiento y la entrada del Co­mando Sur con fines de “capacitación”.



Lo mismo en Chile

Un centro de entrenamiento para “opera­ciones de paz” en zonas urbanas fue inau­gurado el 5 de abril en Chile. Está ubicado en el sector del Fuerte Aguayo, comuna de Concón, a 138 kilómetros de Santiago sobre el océano Pacífico. Recientemente construi­do, el establecimiento costó unos 500 mil dólares proporcionados también por el Co­mando Sur.

De la inauguración participaron el emba­jador de Estados Unidos en Chile, Alejandro Wolff, y el comandante del grupo militar de la embajada, James Quinn. Fue en el mar­co de la clausura del ejercicio militar anual “PKO Américas”, dirigido a llamadas “fuer­zas de paz” compuestas por efectivos de 12 países latinoamericanos que integran Na­ciones Unidas.

El centro de entrenamiento, el primero de su tipo que se abre en Chile, surgió tras un acuerdo de cooperación entre el Ministerio de Defensa chileno y el Comando Sur esta­dounidense, firmado por su comandante, el general Douglas Fraser, en visita al país el 2 de septiembre.

Bajo el rótulo “Acuerdo de adquisición y/o intercambio de suministros y servicios recí­procos”, el documento habilita el desplie­gue de tropas estadounidenses en el país en caso de que el Ejército chileno se viera sobrepasado por alguna situación de emer­gencia. Según palabras de Fraser, “el acuer­do es una célula de coordinación militar que no será permanente, pero tendrá protocolos de activación (no informados) ante eventua­les desastres naturales o cuando el Gobier­no solicite ayuda internacional que incluya componentes militares”.

Un centro de entrenamiento para “opera­ciones de paz” en zonas urbanas fue inau­gurado el 5 de abril en Chile. Está ubicado en el sector del Fuerte Aguayo, comuna de Concón, a 138 kilómetros de Santiago sobre el océano Pacífico. Recientemente construi­do, el establecimiento costó unos 500 mil dólares proporcionados también por el Co­mando Sur.

De la inauguración participaron el emba­jador de Estados Unidos en Chile, Alejandro Wolff, y el comandante del grupo militar de la embajada, James Quinn. Fue en el mar­co de la clausura del ejercicio militar anual “PKO Américas”, dirigido a llamadas “fuer­zas de paz” compuestas por efectivos de 12 países latinoamericanos que integran Na­ciones Unidas.

El centro de entrenamiento, el primero de su tipo que se abre en Chile, surgió tras un acuerdo de cooperación entre el Ministerio de Defensa chileno y el Comando Sur esta­dounidense, firmado por su comandante, el general Douglas Fraser, en visita al país el 2 de septiembre.

Bajo el rótulo “Acuerdo de adquisición y/o intercambio de suministros y servicios recí­procos”, el documento habilita el desplie­gue de tropas estadounidenses en el país en caso de que el Ejército chileno se viera sobrepasado por alguna situación de emer­gencia. Según palabras de Fraser, “el acuer­do es una célula de coordinación militar que no será permanente, pero tendrá protocolos de activación (no informados) ante eventua­les desastres naturales o cuando el Gobier­no solicite ayuda internacional que incluya componentes militares”.

Biocombustibles y otros megaproyectos

Un cable de la Embajada de Estados Uni­dos de 2007, filtrado porWikileaks, informa que “Capitanich dijo que ha estado siguien­do los esfuerzos del gobierno de Estados Unidos para trabajar con Brasil en biocom­bustibles y que le gustaría tratar de unirse a esos esfuerzos”. Los deseos del Gobernador parecen haberse cumplido. La empresa es­tadounidense Forbes Energy prevé invertir 100 millones de dólares en Chaco para pro­ducir bioetanol a partir de la caña de azúcar, con 50 mil hectáreas destinadas para esos fines. Justo cuando el Comando Sur le dona a la provincia un centro para operaciones de emergencias. En una provincia con índices de pobreza que rondan el 50% y numerosos casos de desnutrición crónica, la tierra se destina a la producción de combustibles. Pero no es ese el único proyecto que implica la entrega de miles de hectáreas y el des­embarco de grandes capitales. En febrero de 2011 el Gobernador firmó un acuerdo con la empresa saudí Al-Khora yef Group Company (AGC) que implicaría una inversión de 400 millones de dólares en 220 mil hectáreas de tierras públicas provinciales, principalmente para sembrar soya, según denunció el Centro Mandela de Resistencia.

Otro caso es el de la empresa siderúr­gica brasileña Vetorial, que instaló una planta de arrabio en Puerto Vilela, a siete kilómetros de Resistencia. Según lo pac­tado, la compañía invertiría 100 millo­nes de pesos y emplearía directamente a 241 personas. Su instalación implica el desalojo masivo de todas las viviendas ubicadas en las cercanías de la fábrica (un total de 100 hectáreas), en una zona de extrema pobreza donde el Estado ni siquiera finalizó la construcción de una de las escasas 25 viviendas que debían ser entregadas en 2010.

Quién es Jorge Capitanich

El actual gobernador de Chaco realizó toda su carrera po­lítica dentro del Partido Justicialista (PJ). Tras ocupar dis­tintos cargos como funcionario provincial en los años 1990, fue primer candidato a senador nacional por el PJ en 2001, puesto que asumió por muy poco tiempo para ocupar en 2002 nada menos que la Jefatura de Gabinete nacional durante el gobierno provisional de Eduardo Duhalde.

Contador público con diversos estudios en materia econó­mica, Capitanich fue becado en 1996 por la embajada britá­nica en Argentina. Quienes lo conocen en Chaco aseguran que su temprana carrera política le debe mucho al papel de su ex esposa, Sandra Mendoza, de quien se divorció –escándalo pú­blico mediante– en 2009. El padre de su “madre política” es Guillermo Mendoza, histórico miembro del Supremo Tribunal de Justicia y figura principal del PJ chaqueño. De su mano Ca­pitanich escaló rápidamente posiciones en el partido, incluso a nivel nacional. Ya a los 23 años fue nombrado secretario privado del gobernador en 1987.

Veinte años después alcanzó su logro político más im­portante al ganar las elecciones a la gobernación, aunque fuera por sólo 1.176 votos de diferencia (0,23%) sobre el ex gobernador radical Ángel Rozas (1995-2003), quien había concentrado un enorme poder en la provincia. Con un frente electoral que incluyó desde la centroizquierda hasta el libe­ralismo ortodoxo, Capitanich alcanzó el poder y mantuvo un fuerte estilo personalista. Cuatro años después fue reelegido por un contundente 66,56% de los votos, con fuerte apoyo del gobierno nacional.

Si bien es considerado uno de los principales “gobernado­res kirchneristas” del país y alguien muy cercano a la presi­dente Cristina Fernández, Capitanich expandió notablemente sus vínculos con el PRO, partido de derecha encabezado por el empresario y jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri, y con sectores disidentes del PJ.

Apenas asumió, en diciembre de 2007, puso en marcha una línea aerocomercial estatal cuya explotación y comercialización recayó en la compañía Fiduciaria del Norte, presidida por Patri­cio Florito, ex funcionario y dirigente del PRO, en una operación dirigida por el grupo Socma, encabezado por Franco Macri, pa­dre del Jefe de Gobierno porteño. Con millones de dólares inver­tidos Aerochaco no logró consolidar ninguno de sus objetivos comerciales, turísticos y sociales, a la vez que adeuda más de 10 millones de pesos al grupo económico de Macri.

Lo concreto es que Capitanich mantiene muy buenas rela­ciones con otros gobernadores del PJ, sectores liberales, du­haldistas y la propia embajada de Estados Unidos. El Gober­nador dibuja un perfil notablemente diferente al que expresa el gobierno nacional. Aunque no sin dar algunos gestos “por izquierda”, como la reciente invitación oficial a Cuba a la Feria del Libro provincial 2011. Hay quienes afirman que está evaluando sus posibilidades de presentarse como candidato a presidente en 2015 y se prepara para el “poskirchnerismo”.



La obra

La construcción en el predio del aero­puerto está finalizada. Si bien el lugar está vacío, el equipamiento tecnológico y el amueblamiento ya fueron compro­metidos por la Embajada. La adjudica­ción de la obra fue internacional, pero posteriormente fue designada como empresa encargada la local Stecon SRL, que comenzó a funcionar en noviembre de 2006. Contrario a lo que ocurre con el resto de las obras públicas, no hay en el predio ningún cartel que explicite el monto y plazo de la construcción. Lo que pudo saber América XXI es que durante la edificación Stecon recibió frecuentemente la visita de representantes de la emba­jada estadounidense y el Comando Sur.
http://www.diegoschurman.com.ar/informe-washington-clava-sus-garras-tambien-en-el-chaco/

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